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Thursday, March 22, 2012

-La vida es una senda-





Salté de estrella en estrella

A cada cual mas reluciente

Buscando aquella que un día me enamorase.





Conocí infinidad de luceros

en las fronteras abiertas de las calles,

entre camas deshechas donde se versaban amores.





Fui cuerpo de muchas almas

donde las palabras no tenían precio,

un buen samaritano

que pagaba con la "visa" a esculturales mujeres

por escucharnos gemidos entre los muslos.





Harto quede de visitar lugares sin nombre.

Donde hablaban en voz alta

hasta los cadáveres

con la ilusión de encontrar esa estrella

que iluminaría mi vida por y para siempre.





Un día hablando al silencio

en un punto del camino de mi desolada existencia

que a ningún lugar me llevaba,

mientras los minutos pasaban desesperados

haciéndose eternidad las horas

descubrí una estrella apagada.





La encontré en la calle sentada en aquella acera

con su cuerpo envuelto en polvo y gravilla

en una ciudad que era rojo infierno

casí sin vida..., sola y vencida

sin aliento, sin fuerza

con su estrella rota

temblorosa

vacía.





La extendí mi mano

que ella sujetó delicadamente

como si fuese un ramo de claveles 

sintiendo el pálpito de su pulso acelerado

inseguro..., tan indeciso y titubeante


que llegó hasta las calles vacías de mi alma.





Éramos dos estrellas sin luz..., apagadas

Nuestros vértices se tocaron con los dedos

y una explosión de vibraciones

hicieron temblar los capiteles del cielo,

y las sombras sigilosas de la ciudad

nos descubrieron inseparablemente cohesionados.





Dos estrellas que estabamos fundidas

borramos los días grises de sombras opacas.

Hoy lucimos más que el sol

viviendo con ilusión la buena suerte

que nuestra buena estrella nos deparó

en el incendio que supuso nuestro tórrido amor.




by-nc-sa



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